La explosión de la carreta y la huida de la Colombina

Florencia celebra cada año la Pascua de una manera muy especial con el tradicional Scoppio del Carro y el vuelo de la paloma.

Todos los años,
en la mañana de Pascua, en el atrio de la Catedral, tiene lugar el estallido del carro, una de las fiestas más queridas por los florentinos, que atrae a turistas de todo el mundo.
Es una ceremonia que, según la leyenda, tiene sus raíces en la primera cruzada, dirigida por Goffredo di Buglione, a la que asistieron unos 2500 florentinos comandados por el valiente Pazzino de'Pazzi. Este último, habiendo sido el primero en escalar los muros de Jerusalén, habría recibido tres astillas de piedra del Santo Sepulcro como regalo de Godofredo de Bouillon.

Goffredeo di Buglione y Pazzino de 'Pazzi

Desde entonces los tres pedernales encendían las antorchas que alumbraban la procesión de la noche del Sábado Santo de los florentinos, simbolizando la luz de Cristo que se entrega al mundo.
Más tarde se introdujo el uso de llevar el fuego bendito con un carro (totalmente diferente al actual). En 1765, después de varias reformas, el carro muy dañado fue reconstruido casi por completo, tomando la forma actual con 3 estantes con dorados y adornos.
El carro actual mide 11,60 metros de altura y tiene una base casi cuadrada con lados de 3,40 y 2,80 metros.

La tradición del estallido del carro comenzó probablemente a finales de 1300, mientras que la introducción de la colombina (cohete con apariencia de paloma) como mecha para el encendido de los cohetes y mortales del carro se remonta a los período del pontificado de León X (1513 -1521).

La paloma viaja sobre un alambre detenido en el centro del carro y en una columna previamente colocada sobre el altar mayor, luego de ser incendiada por el cirio pascual al canto del "Gloria".
El cirio se enciende ya al comienzo de la Vigilia Pascual, en la noche del Sábado Santo, con el fuego obtenido del frotamiento de los tres pedernales, llevados en procesión desde la iglesia de Santi Apostoli y San Biagio en Florencia, donde se mantienen.
El viaje de la paloma culmina con la quema de petardos y fuegos artificiales, colocados en el carro, simbólicamente distribuyendo el fuego sagrado a los participantes ya la comunidad de la ciudad. El feliz desenlace del estallido de la carreta se considera de buen augurio.